CASCOS BLANCOS; La amenaza del cambio climático y la ayuda humanitaria internacional


Gabriel Fuks, al frente de los Cascos Blancos desde el 25 de mayo de 2003, dice que en el mundo se habla de crear sociedades resilientes capaces de recuperarse ante eventos extremos por el cambio climático, pero para eso, aseguró, hay que construir una fuerte cultura social de prevención y planificar la ocupación y uso de los territorios.

Lo primero que dice Fuks, tras 10 años en el cargo y durante una entrevista realizada un mes antes de las graves inundaciones en La Plata y el porteño barrio de Saavedra, es que en asistencia humanitaria la Argentina fue pionera al ofertar al mundo en los '90 una propuesta que hasta ese momento era patrimonio de los países centrales que utilizaban esa herramienta, la mayoría de las veces, como complemento de políticas coloniales o neocoloniales.

Fuks en su despacho de la cancillería
Fuks en su despacho de la cancillería
¿Cómo funciona la ayuda humanitaria internacional?
La asistencia humanitaria venía siendo un patrimonio de los países centrales que sólo ellos, con una visión muy paternalista, podían desarrollar. Eso se mantiene, pero hoy coexiste con un accionar muy fuerte de los países del sur. En América Latina, países que durante años se dedicaban a ver cómo sus economías se derrumbaban tuvieron un crecimiento sostenido de 10 años que les ha permitido mirar más allá de sus fronteras.








Este año la resolución sobre Cascos Blancos (CB) que salió por unanimidad de la Asamblea General de las Naciones Unidas (NU), refleja que la Argentina ya no es de los pocos países del sur que desarrolla estas políticas. Fue bueno abrir este camino en los 90, tengo que decirlo, pero en esta etapa está pasando otra cosa. Fuimos pioneros y promovimos que otros países desarrollen solidaridad y herramientas para participar y enfrentar los desastres con tecnología, recursos humanos y voluntarios propios.


¿Cómo fue el proceso en otros países y de qué manera aportan los Cascos Blancos?
En los últimos años las cancillerías desarrollaron referencias para participar del debate humanitario. Brasil presentó una  iniciativa homóloga a CB, Fome Zero (Hambre Cero) y coincide en que la asistencia y el debate humanitario no es patrimonio de los países centrales.
El ACNUR, una herramienta de la ONU para asistir refugiados y desplazados tiene hoy un convenio con dos países que le pueden enviar equipos para situaciones de alta complejidad: Noruega y la Argentina. Así, como ejemplo, en el 2012 fuimos al Kurdistán con personal femenino para un campamento de refugiados kurdos sirios al que, como equipo argentino de CB administramos y gestionamos.

¿El reconocimiento de las Naciones Unidas es a una experticia o a una trayectoria?
Es un reconocimiento a nuestra capacidad de trabajar bien, con la trayectoria sola no alcanza. Esto es muy importante, CB es una herramienta del gobierno argentino para intervenir en crisis humanitarias a través de un pedido bilateral o multilateral. Esto implica decisiones políticas porque cuando el Acnur o la Organización Internacional de Migraciones (OIM) me convoca hay una evaluación si la ida nuestra a ese lugar afecta algún interés argentino. No es un organismo aséptico, pertenece a la cancillería argentina. En lo bilateral el año pasado tuvimos presencia en países afectados por la tormenta Sandy, en Jamaica, en Haití, donde trabajamos con UNASUR. Y también en el terremoto en Guatemala estuvimos durante bastante tiempo.

¿Cuál fue la peor experiencia en  términos personales?
El terremoto de Haití (enero del 2010), pero el de Perú en Pisco (agosto del 2007) fue muy duro también  porque por la cercanía llegamos en medio del dolor y con los cadáveres en las calles. Igualmente una misión en Medio Oriente en 2009, Palestina, muy dura porque mandamos cirujanos pediátricos que trabajaron  chicos  por los bombardeos en el sur del Líbano durante la operación israelí "Plomo Fundido".

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misión Siria 2012

¿De qué manera intervienen el cuerpo de Cascos Blancos en el terreno?
Trabajamos con los desplazados no con los problemas internos de los países y cuando se desata una crisis, la presión sobre las fronteras de miles y miles de personas genera un efecto dominó con fichas que caen y crean situaciones de desestabilización y mayor complejidad. En los países de Medio Oriente las guerras impactan sobre la familia, la mujer, los chicos y los adolescentes. La ONU generó intervenciones de mayor volumen y por eso cada vez más necesita a países como Argentina, porque nuestra intervención en crisis de este tipo es mejor vista y valorada comparada con los europeos que pueden estar más involucrados en los problemas.  
Nuestra capacidad y este factor hacen que seamos convocados. No somos Rambo ni Superman pero hemos construido y mantenido una herramienta del Estado argentino que en estos años se ha profundizado. De hecho yo estoy hace 10 años en la gestión con lo cual hay una continuidad de una oficina que no está oculta, que es convocada, que actúa y que es conocida en su accionar. 

¿Cómo trabajan los voluntarios? 
El equipo de logística es el núcleo principal con el que trabajamos. Cuando fuimos a Haití después del terremoto con un equipo de 16 médicos, el equipo logístico garantizó que hicieran su trabajo. Era cubrir en medio de un caos las necesidades básicas, la conectividad, conseguir el agua, el combustible de la manera que pudiera ser y ese es el valor, acompañar las respuestas a las crisis en la región de modo eficiente y eficaz.

Desde su creación y hasta hoy ¿qué se puede decir del papel de los CB en el escenario internacional?
Fuimos pioneros, pese a la intención de los que llevaron el tema a NU para mostrar que el modelo económico de la época nos ponía en el primer mundo. Pese a eso la idea fue buena. En la época de la Alianza la iniciativa se había caído a cero entonces  lo que hicimos fue reformular la idea en el debate político real que existe hoy en América Latina y en el mundo humanitario. En los foros internacionales se discute cada vez más fuerte, desde la doctrina Bush para acá, qué es humanitario y qué no lo es, qué es intervenir y qué es participar respetando soberanía.

No se puede predecir el futuro pero los países planifican y en ese marco ¿cómo consideran al cambio climático?
El cambio climático está ahora incorporado a todos los análisis. NU  lanzó la Plataforma Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastre ¿y qué dice? que hoy el paradigma principal que se piensa hacia el futuro es cómo se hace para construir sociedades resilientes desde la base, desde antes que los golpes afecten a esas sociedades es decir ¿cómo va a vivir la humanidad cuando los cambios que se están produciendo, algunos que conocemos y otros que no conocemos afecten la vida directa?
Vimos en las últimas décadas fenómenos muy claros, pequeñas ciudades que por migraciones internas, por el cambio climático o políticas socioeconómicas tendían a un crecimiento desmesurado con asentamientos no planificados. Todo eso trae una cadena que termina afectando al conjunto de la población como se ve en cualquier emergencia, ejemplo Tartagal en el 2006.
En Haití llueve en un lugar pero la inundación se produce a 200 km por la tala y deforestación durante el colonialismo francés y en la postrevolución de 1804, épica que el pueblo haitiano todavía está pagando.
Esto tiene que estar incorporado a las políticas públicas en una lógica anterior, es decir la prevención de riesgo de desastre es discutir el ordenamiento territorial: dónde, cómo y qué puedo construir, con qué material puedo construir, dónde hago que las poblaciones más vulnerables se puedan asentar, cómo hago para que en las escuelas haya una preparación de una cultura con los datos de cuáles son las amenazas que mi ciudad, mi pueblo, mi país, mi región tienen.

¿Los políticos y la sociedad tienen conciencia de esta situación largamente anticipada por los ecologistas?
Parcialmente. Creo que es un debate que está avanzando. En países como el nuestro es quizás menos complicado por las grandes extensiones territoriales y la carencia de amenazas tan complejas y directas. A ver, quiero decir no hemos tenido un problema sísmico comparado con países donde es constante y cotidiano. Si bien la zona cuyana y cordillerana cada tanto se mueven no hubo un impacto directo y de magnitud.
Hay recurrencia de tormentas pero no hay huracanes que impacten la economía como en el Caribe o las costas de México y EEUU. Eso hace que nuestra cultura de la prevención esté por debajo de lo que debería ser y nos permite, a lo mejor, una cierta ambigüedad pero hay un debate instalado, está en la agenda política. El gobierno tiene estas discusiones en Planificación Federal, en Protección Civil y en la propia cancillería en la aplicación de las convenciones en el país. Es un debate abierto, no cerrado.

¿Existe entonces esa instancia en la que se está pensando en cómo reducir los riesgos que los fenómenos climáticos traerán?
Hoy, todo el mundo y aunque mas no sea como mantra, habla de la reducción de riesgos de desastres involucrando muchos factores de estos que menciono: ordenamiento territorial, la calidad de la edificación, la construcción de resiliencia, es decir cómo una sociedad genera una cultura que le permita recuperarse después del impacto y no que eso se construya después del impacto. Japón es un ejemplo de construcción de resiliencia.   
Los japoneses tienen una cultura muy fuerte con la siguiente lógica: la amenaza existe y en cualquier momento impacta. Entonces, no sólo desde lo formal, construyo antisísmico todo.
Argentina hace poco decidió que a futuro todas las viviendas deben construirse con criterio antisísmico. Son políticas de largo plazo, no hay un motivo inmediato pero sin embargo estamos pensando a 50 ó cien años y las muchas variaciones que puedan producirse, la erosión de los suelos, los cultivos, las costas, todo eso está en discusión. Entonces ¿qué se está pensando? todo esto se está pensando no sólo la asistencia humanitaria, que en definitiva es el punto final de esta cadena.